Entrada migrada del antiguo blog (Publicación:2005-08-23)
Escogimos uno de esos camiones nuevos, de los grandotes, de los que está dando el «peje» a cambio de los micros, Lo elegimos pus porque traen mas gente, que de por si ya en la noche, no hay mucha gente, pero, sin duda fue la peor elección.
Nos subimos como si fuéramos pasajeros, pagamos por separado nuestro pasaje. Yo subí primero y caminé hacia atrás, igual que siempre, tantas veces lo habíamos hecho así, que yo podía hacerlo hasta con los ojos cerrados. En cuanto el calcetín pagó su pasaje, inició la acción…
¡A veer hijos de la chingada, ya los cargó la voladora, esto es un asalto! – Grito el calcetín — ¡caigansen con todo, o me cae que me los poncho! – continué yo. Los rostros de los pasajeros cambiaron, se tintaron de color blanco, todos nerviosos los puñales, sus manos temblaban. Cómo adoro ver la torpeza que sus dedos adquirían, cuando les pedías el reloj, les costaba uno y la mitad del otro quitárselo y «entois», cuando los veía que no podían, hasta les gritaba, los apresuraba, no mas por puro placer…
Ese día me toco a mí recoger la “cooperación voluntaria”. Así le decíamos el calcetín y yo a todo lo que nos robábamos. Iba bien la cosa. Una pinché gorda se cayó con un collarcito de oro con la figurita de la virgencita, cuando se lo quité estaba empapada en sudor de la vieja esa, ja, ja…, la muy puta sudaba de miedo, como me exitó verla tan asustada. Por otro lado, en ese momento pensé: “no más limpio la cadenita, y se la regalo a mi jefecita de día de madres, la pobrecita se mata tanto para mandarme a la escuela…”
Pa´cuando llegué al fondo del camión, había un «güey» bien dormido, y pus ni modo que no se mochara, lo traté de despertar, pero nel, ni madres, ni se movía, y entons que me asusto y que le grito al calcetín: ¡Güey, pa mí que este güey está morido! – nel, sólo se desmayó del miedo, quítale todo, y larguémonos de aquí –. Me respondió.
En eso estaba, cuando de repente se aparece la tira. Es que el «pinché» chofer se pasó un alto, y esos cabrones ya venían por su mordida. Y pues que les gritamos: ¡Miren hijos de su reputa madre, aquí no pasa nada, OK!, ¡Y si alguien dice algo, juro por la virgencita que le meto un plomazo por el culo! Y que corto cartucho, no más pa apantallar, pus ni balas «traíamos».
Que se para el camión y se sube el «poli» pa hablar con el chofer, y en lo que estaban negociando la mordida, y que “ayúdeme ayudarle”, y todo eso (por que a los muy cabrones ya les vale, y hasta pidieron la mordida al frente de los pasajeros, ¡qué descaro!…), que se escurre un chorrito amarillo hasta lo bota del «azul», y que todos volteamos a ver a la gorda, que empieza a jadear como puta de la merced, hasta parecía que la estaban cogiendo, y dale y dale, jadeo tras jadeo, y todos bien nerviosos y que el poli se saca su pistola y llama a su pareja y ni como defenderse, pues nuestras «fuscas» eran de juguete, no más las traíamos para apantallar.
Estee, bueno, que la gorda no canta, pero un güey trajeado, de esos de oficina con maletín y todo, que dice !Nos están atracando ese de ahí y aquél!”. Y los mendigos policías, ni tiempo nos dieron de correr, luego luego nos apañaron.
Y todavía, pa´empeorar la cosa, que se para una vieja como de treinta, ese de ahí (y me señala) ahorcó al señor de atrás (y señala al dormido del fondo). Y luego, por si fuera tantito pior, una piruja de cómo 29 grita: ¡a mi me trataron de violar!, con lagrimas y todo, y que todos los pasajeros empiezan: “¡llévenselos, asesinos, ladrones, hijos de puta…!”, y demás peladeses, hasta que el poli mayor, o bueno pues el mero mero de los dos, pone orden y el muy tarado se le ocurre decir: “El que guste acompañarnos a la delegación para declarar en contra de los presuntos sospechosos, puede acompañarnos”. Para acabarla de fregar, que todos los pasajeros se animan, hasta el mendigo chofer. !¿No se fueron todos bien trepaditos en el autobús hasta la delegación?!…
Noo, cuando llegamos, que le arman un escándalo al ministerio público, y que luego luego nos remite al calcetín y a mi, pus imagínate el desmadre que le armaron los 8 pasajeros y el chofer.
Hace un mes que llegué aquí, al reclu sur, y me acuerdo que el primer día, o bueno la primera noche, me dieron la bienvenida, me dolió el ano toda la semana, y yo que creía que aquí había puros «machines». Todavía me da más coraje porque ayer me enteré que el güey que se supone maté, se murió de un infarto en el trayecto a su casa. Y así voy a estar un buen rato, me echaron cincuenta años, ya ni se la jalan, imagínate, tengo 28, pa cuando salga ya voy a estar bien ruco.
Lo único que pido es que se me haga justicia, mira, por robo con violencia me echaron 15 años, por intento de violación otros 5, por asociación delictuosa 3, y no sé que tantas jaladas más hasta llenar los 50, y como el muy cabrón del güey con traje era influyente, pus ya te imaginarás, nos quitaron el derecho a fianza.
Y de pensar que antes hasta agradecía que en esta ciudad de mierda no se hiciera justicia, pues me agarraban y al poco rato ya andaba suelto. Y hoy que no hacen justicia, y yo que tanto la necesito, imagínate, de 15 años que me tocaban, a 50, no se vale.
Pero que más puedo hacer, sólo puedo conservar la esperanza, pus nada más eso se puede hacer aquí, en la ciudad de la esperanza…