Sucede que tengo la impresión de que subutilizamos la palabra y al hacerlo hemos provocado que se desdibuje su verdadero valor. Bien haríamos en usarla más seguido. En anteceder el título de ciudadano a cualquier otro título que podamos poseer.
El día de hoy el Instituto Electoral del Distrito Federal realizó la instalación de la Red de Observación de la Consulta Ciudadana sobre Presupuesto Participativo 2016 y para ello convocó a un evento en el que participamos algunas organizaciones de la sociedad civil. Esta es la intervención que realicé al respecto:
Nuestro hogar: la ciudad
Buenos días ciudadanas consejeras ciudadanos consejeros, ciudadanos que laboran en Este instituto y ciudadanos de diversas organizaciones de la sociedad civil presentes. Es un gusto y un honor compartir este recinto con ustedes.
Por favor disculpen el recurrente uso que estoy haciendo del título CIUDADANO. Sucede que tengo la impresión de que subutilizamos la palabra y al hacerlo hemos provocado que se desdibuje su verdadero valor. Bien haríamos en usarla más seguido. En anteceder el título de ciudadano a cualquier otro título que podamos poseer.
Permítanme compartir una anécdota familiar, que salvando las pertinentes distancias, bien puede ilustrar el tema que hoy nos convoca: Presupuesto Participativo en el Distrito Federal.
Tanto en la vida de las personas como de los colectivos sociales, hay eventos que por su naturaleza nos ayudan a segmentar el transcurso del tiempo en etapas.
Por ejemplo, la muda de dientes claramente significa un nuevo estadío en la infancia. El primer beso o el primer trabajo son sucesos que marcan cambios en nuestra persona. Hitos que nos obligan a replantear nuestra percepción del mundo pero también la de nosotros mismos. Con los consecuentes cambios a la lógica de nuestras acciones.
Cuando nací, no, incluso antes de nacer, mis padres me asignaron una habitación de la casa y al hacerlo me dieron un lugar para resguardar mi persona y también para coleccionar cada una de mis experiencias.
Ese espacio atestiguó prácticamente todos los días y noches de mis primeros 22 años de vida. No es poca cosa. De hecho, mis recuerdos, alegres o tristes siguen estando ahí. Pernoctando a la sombra de los objetos y escondidos en las esquinas de los muebles, esperando mi visita para revivir la memoria.
En esas cuatro paredes dediqué incontables horas a jugar, estudiar y aprender. Al exterior de sus ventanas cartografié el mundo y al interior me conocí a mi mismo. Y pese a todo ello. Aún con el enorme significado que ese habitáculo tiene en mi vida, durante los primeros años yo no decidí nada respecto de él.
En el nombre de mi bienestar, mis padres monopolizaron cada una de las decisiones del lugar: la ubicación de los muebles, el color de las paredes, el calendario de limpieza, etcétera…
Sin embargo, un día mis progenitores dejaron que yo decidiese toda la decoración y distribución del lugar. La única limitante que me pusieron fue el costo, pero incluso en ello mantuvieron distancia respecto de la forma en que utilicé el dinero que me asignaron.
Ese día no percibí con claridad las implicaciones de su actuar, pero me quedó claro que había entrado a una nueva etapa de mi vida.
A eso regularmente se le describe como: proceso sociocognitivo de maduración. Pero hoy es un día soleado, seamos un poco poéticos, llamémosle: tomar las riendas de nuestro destino.
¿Qué tiene que ver este cuento nostálgico con el presupuesto Participativo? Absolutamente todo.
Si una habitación tiene tal trascendencia en una persona, cuánto más tiene la ciudad. Nuestra ciudad.
¿Quién de nosotros no ha dejado, al estilo de Hansel y Gretel, distribuidos por toda la urbe testigos de su biografía? ¿Cuántas vivencias hay contenidas en nuestras plazas y parques? Innumerables son los sucesos que diariamente tienen por escenario el espacio público y que resultan trascendentales en la vida de nuestros coterraneos.
A pesar de ello, durante mucho tiempo algunos gobernantes nos han hablado en diminutivo: “ciudadanitos” nos han dicho como quien dice “niñitos”. Ese equívoco y nefasto discurso ha permeado tanto en nosotros que hasta le pusimos nombre: “régimen paternalista”. ¡Válgame dios!
Ojalá ese engaño al menos sirviese para recibir los amorosos cuidados de nuestros legítimos ascendientes, que pacientemente me explicaron por qué no insertar un tenedor en el enchufe. En cambio estos impostores de la paternidad, que además nos cobran por ello, a veces no surten ni la electricidad.
Como bien han dicho quienes me precedieron, el presupuesto Participativo es una herramienta que reconoce al ciudadano; que le quita los diminutivos.
Presupuesto Participativo es un gran aporte a la organización de la República pero es ante todo, y por favor véanlo así, un medio que permite a los habitantes elegir, como yo hice con mi habitación, las condiciones y características de su espacio. De un espacio que es mucho más que metros cuadrados.
Presupuesto Participativo es dejar que las colonias, el círculo social inmediato a las familias, decidan cómo generar y distribuir sus experiencias, alegres o tristes pero suyas. Es la posibilidad de que los ciudadanos tomemos efectivamente las riendas de nuestro destino.
¡Ahí la importancia de cuidar y potenciar esta herramienta!
Corresponde a nosotros, ciudadanos Observadores, velar por el cumplimiento del Presupuesto Participativo. Cuidar que las autoridades no hagan como que hacen sin hacerlo, ni que secuestren con militantes supuestamente sin afiliación partidista, los procesos propios de la consulta.
Más no basta con la efectiva celebración de consultas más o menos concurridas. También hay que promover este recurso. Cada año aumenta la participación pero aún es, en términos porcentuales, mínima ¡Urge hacer más!
Es requerido mostrar a los ciudadanos de qué se trata. Convencerles de que implica un nuevo estadío en la vida de la capital para que se animen a cambiar la lógica de su acción, o muchas veces, de su inacción.
En la medida de que la ciudadanía nos apropiemos de esta y otras herramientas similares, podremos desterrar falsos tutores y deconstruir de la mejor manera nuestra ciudad. Confío que los aquí presentes lograremos tan noble objetivo.
Muchas gracias.