El sexo que deberían enseñarnos

Ella es Scout y tiene 13 años. Ha escuchado rumores sobre el Encuentro de Expresión y Arte Scout (EEAS) y al buscar información encontró mi texto: Reminiscencia amatoria. Entonces decidió escribirme y hemos charlado durante largo rato sobre sexo en general y sobre sexo en campamentos y actividades escultas.

Para nadie es un secreto que las personas tenemos inquietudes y deseos sexuales; especialmente las y los adolescentes. Tampoco lo es el hecho de que en el Movimiento Scout, como en cualquier otra actividad humana, se puede encontrar satisfacción a los mismos. Aún así, lamentablemente sus Scouters no le han enseñado lo que deberían. Si lo hicieren ella no habría tenido que conversar estos temas con un extraño que contactó por Internet. Agradezco mucho la confianza, en verdad lo hago, pero definitivamente no fue la mejor manera posible.

Sin pretender responder todas las preguntas, y bajo la advertencia explícita advertencia de que escribo desde mi subjetividad, comparto con ustedes algunas de las ideas que conversamos Ella y yo. Ojalá les sirvan para abrir canales de comunicación con interlocutores más apropiados que un sujeto al otro lado de un chat:

El sexo es personal.

La forma en que cada uno vive y practica su sexualidad es un asunto sumamente personal y, salvo muy contadas excepciones legales, no está sujeto a valoración moral.

Cada quien es dueño de su cuerpo y responsable de sus acciones. Nadie puede exigir, condicionar u obligar tu amor y/o tu deseo. Sólo tú sabes qué te gusta hacer, cómo te gusta hacerlo y cuándo quieres hacerlo.

Si al principio pensaste que sí querías y luego ya no, es tu derecho decir: “hasta aquí”; sin importar qué tan avanzada esté la acción o qué tan excitados estén las y/o los participantes. Siempre debes hacer respetar los “No”, tanto los propios como los ajenos.

La regla general es que la práctica sexual debe hacer sentir bien y en libertad a todas y todos los involucrados. Fuera de ello a nadie le incumbe si te gustan las mujeres, los hombres o ambos. Tampoco si prefieres sexo sin penetración, sexo vaginal, anal u oral. Ni uno ni otro es mejor o peor. Simplemente es una cuestión de gustos personales.

Te invito a que espontáneamente descubras tus gustos.

El prestigio está en otro lado.

Ni el sexo ni el amor son asunto de popularidad o de prestigio. El número de parejas sexuales no está relacionado con el valor de una persona, ni con su madurez, ni con absolutamente nada.

Este asunto no es una carrera ni tampoco una dieta. Tener sólo una pareja sexual en toda tu vida o tener mil no es indicativo de nada: ni de bondad, ni de maldad. Cada quién determina cuándo iniciar su vida sexual y con cuántas personas compartirla sin que eso le incumba al resto del mundo.

No permitas que el prestigio de las personas sea juzgado por sus prácticas sexuales. 

 Amor y sexo pueden, o no, ser lo mismo.

Se puede amar profundamente y con sinceridad sin tener deseo sexual por esa persona. De igual forma se puede desear mucho a alguien sin amarle. O bien, se puede desear y amar al mismo tiempo. Aprende bien esto: Ni una ni otra posibilidad son mejores o peores. Todo depende de qué es lo que quieras(n) en ese momento.

A veces los orgasmos nos llevan a construir enamoramientos ficticios. Es útil que distingas la diferencia entre sexo y amor para que no te confundas, o te confundan. Pero esa distinción únicamente sirve para tomar las decisiones correctas, no para hacer valoraciones o juicios morales.

Insisto: todo depende.

Como el resto de nuestra personalidad, nuestras preferencias sexuales y amatorias pueden cambiar. De hecho, lo más normal es que se modifiquen con el tiempo.

La elección de pareja y lo que se quiere compartir con ella depende de muchos factores y es completamente mutable. El que tu compañera o compañero haya compartido una experiencia o una forma con alguien en el pasado, o incluso contigo, no la obliga a hacerlo nuevamente.

Así mismo, una persona que quiera o que haya compartido su sexualidad con muchas otras, puede no querer hacerlo contigo. Ten presente que es completamente válido cambiar de opinión y que en cada ocasión se pueden tomar decisiones distintas.

Nunca asumas las negativas como críticas personales. Tampoco critiques las formas o prácticas sexuales que otras personas realizan. Si bien en este momento no coincides con ellas, es probable que en el futuro descubras que te gusta lo que hacen o que al menos entiendas su motivación; siempre dentro de la legalidad.

No existe el sexo sin compromiso.

No importa que tan casual sea la experiencia, siempre debe imperar el compromiso de todas las personas involucradas. Tanto consigo mismos como con las y/o los otros participantes.

Es tu deber cuidarte y cuidar de las y los otros, tanto físicamente como emocionalmente. Te recomiendo que no decidas tener sexo bajo el influjo de alguna toxina. Es conveniente tener la mente despejada para vigilar el cumplimiento de las medidas de higiene y seguridad biológica, pero también para valorar bien con quién y cómo te vas involucrar.

Preguntarse si efectivamente se quiere compartir la intimidad con esa persona, en ese instante y bajo esas condiciones es válido tanto para hombres como para mujeres.

En mi opinión, un buen sexo no vale la pena si no serás capaz de rememorarlo. Cuida tu seguridad y  también las cosas que sentirás y lo que recordarás después.

Protege a la(s) otra(s) persona(s). No importa si la(s) acaba(s) de conocer, merece(n) consideración y respeto a su dignidad. Recuerda que la construcción de un mundo justo nos incumbe a todas y todos ¡contribuye a su realización!

La verdad ni peca, ni incomoda.

Parte del compromiso que debes guardar contigo mismo y con las y los otros es la honestidad y franqueza de tus acciones.

Si quieres sexo, dilo con todas sus letras. Si no lo quieres, con más razón dilo. Si lo que buscas no es amor, se claro con ello. Engañar únicamente provoca dolor; muchas veces también al perpetrador.

Sé honesta u honesto y busca relacionarte exclusivamente con personas así. No te ofendas si te dicen la verdad. Tampoco lo hagas si después de decir la verdad, prefieren no continuar con la experiencia. Sigue buscando, habrá alguien que esté dispuesta o dispuesto a hacerlo.

No es necesario perder el romanticismo, pero siempre es preferible la claridad y la especificidad en lo que se quiere. Cada persona es un mundo y lo que a ti te puede parecer evidente, a otra persona no. Por ello es fundamental mantener una comunicación sin miedos ni prejuicios.

Lo único que puede asumirse como implícito es la confidencialidad y la discreción. Si no hay una aprobación explicita de todas y todos los involucrados, no divulgues sus nombres, sus imágenes o cualquier otro dato que permita su identificación. No los grabes, no los fotografíes, no los presumas con tus amigos.

¡Recuerda que el prestigio se construye fuera de la habitación! y que la discreción siempre es bien recibida.

Información, consentimiento y seguridad, nada más.

La sexualidad es un basto universo que vale la pena descubrir. Hay muchas formas de practicarla y la única vía para que sepas cuál es la que mejor se adapta a ti es que pruebes y experimentes. Pero no lo hagas a ciegas ni sin cuidado. Una fórmula adecuada de medir tus pasos en el mundo de la sexualidad es:

  1. Información,
  2. Consentimiento y
  3. Seguridad.

Antes de animarte a intentar algo nuevo (o viejo), pregúntate si comprendes plenamente de qué se trata y cuáles consecuencias podría tener en tu cuerpo y en tu vida. Luego, medita si realmente quieres hacerlo en ese momento y con esa(s) persona(s). Si lo deseas, entonces valora si han tomado todas las medidas de seguridad (física y emocional) necesarias para hacer de la experiencia algo digno de ser recordado.

Puede sonar un poco engorroso, pero en realidad no lo es. Son valoraciones y cálculos que se hacen en cuestión de minutos (a veces durante el preámbulo a la acción) y que marcan la diferencia entre una gran aventura o un triste recuerdo.

Sé responsable y nunca permitas una experiencia sexual si alguna o alguno de los participantes no está plenamente informado, no ha aceptado  libremente participar o no se siente seguro. 

Finalmente, queda advertir algo que es evidente: sobrevivimos en una sociedad sexualmente problemática. Aún transitamos en un mundo en el que, según se quiera vender un producto o una doctrina, la sexualidad es artificialmente banalizada o exaltada sin reconocimiento de su justa dimensión.

Es posible cambiar este mundo, pero es necesario dejar de fastidiar las experiencias de las nuevas generaciones con una educación (casi) exclusivamente higienista. Sí, en el sexo hay fluidos y virus y procesos biológicos, pero también hay corazones y hay placer ¡hablemos también de eso en nuestras secciones y familias!