Giges vs la libertad de expresión

Cuenta la leyenda que el humilde pastor Giges encontró por casualidad un anillo mágico que le dio la capacidad de ser invisible a voluntad. ¿Qué hizo él con todo ese poder? Bueno, su imaginación apenas le alcanzó para asesinar al rey y ocupar su lugar.

En la República, Platón nos pregunta: ¿Qué haríamos nosotros si tuviésemos un anillo similar?

La mayoría de las personas a quienes he cuestionado me han respondido cosas relacionadas con violentar los límites de la legalidad, la riqueza o el deseo sexual. Incluso la respuesta más inocente, la de mi sobrino haciendo referencia a la capa de Harry Potter, quebrantaba algunas normas de convivencia básica. Al parecer, lo oculto a la vista y por lo tanto desapercibido por nuestras conciencias y nuestro colectivo social, es campo fértil para las bajezas humanas que siempre están a la expectativa de una oportunidad.

La invisibilidad literalmente entendida, afortunadamente aún es un misterio físico. En cambio, la “invisibilidad” como metáfora de evadir las consecuencias de nuestros actos es, desde hace miles de años, materia prima de los cínicos y de los tiranos. En las sombras que genera la ausencia de escrutinio público y la falta de rendición de cuentas, se esconden las pasiones desbordadas y se franquean las vergüenzas éticas.

Bacon afirmaba que la información es poder y no se equivocaba, porque a partir de ella construimos nuestra narrativa del mundo y actuamos en consecuencia. Pensemos en ¿cómo sería la jubilación del canalla Duarte si la opinión pública no hubiese sabido de sus crímenes? ¿Acaso los Porkys habrían pisado la cárcel si no fuesen noticia nacional? ¿Cómo cambió el escenario internacional la revelación de los Panamá papers? ¿Qué impacto tuvo en el mundo la investigación Odebrecht?

Los deshonestos y los ventajosos prefieren las mentiras que los mantienen fuera del campo de visión. De igual  forma, son fanáticos de las medias verdades que apuntalan y justifican sus abusos. Para los farsantes nuestra opinión es un botín a capturar porque en libertad constituye un riesgo, pero bajo su control preserva su privilegio.

No por nada Enrique Peña Nieto se esforzó tanto en modificar la cobertura noticiosa de la violencia a inicios de su sexenio y por imponer a Paloma Merodio en el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). No es gratuita la creación del canal “informativo” de Donald Trump. Tampoco es fortuito el enorme ejército de censores digitales que mantiene el autoritario gobierno chino ni la ilegal persecución de los críticos del dictador Erdogan.

Cada uno de estos sujetos ha encontrado justificaciones a sus actos de censura y persecución. Desde los populares trabajos de Hannah Arendt, abunda la documentación que demuestra la necesidad de los agresores por construir narrativas que racionalicen y excusen su comportamiento. El criminal fácilmente apela a circunstancias externas para disculpar sus crimenes. 

Lo peor, lo más peligroso es cuando el dictador no sabe que lo es. Cuando está genuinamente convencido de los valores a los que incorrectamente apela para justificar su perversiones sin percatarse de la maldad que hace. Peña Nieto afirmó que minimizar y regular la cobertura de la violencia era necesario para “proteger el turismo”. Ello no evitó que las cifras de turismo cayeran en las entidades con más violencia, y en cambio, sí genero condiciones de excepción que nos han llevado al sexenio más sangriento de toda la historia del México pos-revolucionario.

La VERDAD es un bien público que debe ser protegido porque de ella depende que la sociedad comprenda a cabalidad la realidad, forme opinión y actúe en plenitud de conciencia. Sólo con información completa, diversa y públicamente disponible, podemos aspirar a construir un mundo justo. De otra forma, nuestras acciones no corresponderán con el entorno y estaremos tropezando y una y otra vez con los obstáculos que nos negamos a ver porque nos resultan incómodos.

 

“Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.” Art. 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos.

 

Por ello es tan dolorosa y preocupante la impunidad con la que se agreden y asesinan periodistas y comunicadores sociales en nuestro país. Que el 99.6% de estos crímenes permanezca impune constituye una vergüenza histórica y un enorme agravio no sólo a los afectados y a sus seres queridos, sino contra todas y todos nosotros, pues socava severamente la visión que tenemos sobre nuestra propia circunstancia de vida.

Cada comunicador asesinado o acallado nos aleja del mundo justo al que tenemos derecho y, de hecho, nos pone en peligro inmediato ya que nos impide reaccionar con certeza ante nuestro entorno.

Durante este sexenio, el gobierno federal ha gastado un millón de pesos cada hora para sostener su imagen, para aparentar resultados que no existe y tratar de convencer a la población de que el rumbo del país es otro, que las cosas van a mejor cuando no es necesariamente cierto. Paralelamente, 36 periodistas han sido asesinados; diez de ellos en el último semestre. ¿Qué pasará cuando no quede nadie que se atreva a disipar las sombras de la simulación? El futuro se desvanece cuando se silencian regiones enteras. El secuestro de la discusión pública es el primer paso para la desaparición de la sociedad civil.

Sólo la exigencia activa de la población por el acceso a información fiable y por la obligatoriedad de discutir los asuntos públicos en público, podrán protegernos de los males propios del anillo de Giges.

Sugerencia de acción inmediata: involucrarse en la designación de un fiscal independiente y eficaz, así como de la formulación de una Ley General de Archivos congruente y funcional.

 

Referencias por orden de aparición:

[1] Angel, Arturo. (2017, jul. 24). “Las 12 horas de audiencia que borraron la sonrisa a Javier Duarte y dieron la revancha a la PGR” en Animal Político.

[2] Reina, Elena (2017, abr. 02). “La impunidad de Los Porkys irrita a México” en El País.

[3] Mariño, Lilian (2016, dic. 03). “Consecuencias de Panamá Papers, ocho meses después”. en La República.

[4] Redacción (2017, abr. 17). “Qué es el ‘caso Odebrecht’ y cómo afecta a cada país de América Latina” en El País.

[5] Hope, Alejandro (2013, jul. 01). “Menos ruido, misma furia” en Nexos.

[6] Guevara M.; Rivera Marien; et al (2017, abr. 05). “Pronunciamiento de alumnos y exalumnos mexicanos en Harvard en defensa del INEGI” consultado en Animal Político.

[7] Faus, Joan (2017, ago. 08). “Trump lanza en Facebook su informativo de ‘noticias reales’” en El País.

[8] Huo, Lily (2013, oct. 07). “China has more internet monitors than soldiers” en Quartz.

[9] Mourenza, Andrés (2017, ene. 17). “El acoso a la disidencia crece en las calles de Turquía” en El País.

[10] López, Saúl (2012, ene. 01). “Medios y violencia: El otro acuerdo”. en Nexos.

[11] Navarro, María (2017, dic. 29). “Violencia, el factor que ensombrece al turismo mexicano” en Forbes México.

[12] Martínez, Antonio (2015, jul. 30). “Estado de censura” en Animal Político.

[13] Artículo 19 (2017, ago. 17). “Primer semestre de 2017: 1.5 agresiones diarias contra periodistas en México”.

[14] Aroche, Ernesto (2017, sep. 05). “Gobierno de EPN gasta 1 mdp por hora en propaganda; rebasa 71% lo que le aprobó el Congreso” en Animal Político.

[15] Redacción (2017, ago. 24). “Ellos son los periodistas mexicanos asesinados en 2017 y cuya muerte sigue impune” en Animal Político.

[16] Comisión Interamericana de Derechos Humanos (2017) “ZONAS SILENCIADAS: Regiones de alta peligrosidad para ejercer la libertad de expresión”, Organización de Estados Americanos.