Scouts: entre la insuficiencia y la opacidad

Un elefante blanco no es más que un paquidermo con poca melanina en la piel. Sin embargo, en algunas culturas el albinismo es visto como una señal divina. Por ello los propietarios de elefantes blancos están obligados a darles un trato privilegiado, lo que a la larga es motivo de muchos problemas debido a lo costoso de su mantenimiento.

En más de un sentido, la Asociación de Scouts de México A.C. (ASMAC) es una organización que imita a estos singulares mamíferos. Por sus nobles propósitos brilla como ellos, pero por su desmesurado tamaño, lentos movimientos y oneroso mantenimiento, la conclusión es clara: es un elefante blanco.

Según el más reciente informe financiero presentado a la Asamblea Nacional de Asociados, durante el año 2015 la ASMAC tuvo un flujo de efectivo no restringido de $119 millones 962 mil 263 pesos.

Adicionalmente, la Asociación también contó con $9 millones de pesos donados por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) exclusivamente destinados al mantenimiento del Programa Experiencia Scout; del que, por cierto, no se rinden cuentas a la membrecía (sí, con: “c”).

De manera que la ASMAC tuvo un ingreso promedio de casi $10 millones de pesos mensuales. Mismo que provino de diversas fuentes, entre las que destacan: las cuotas específicas de participación a eventos (63%); las anualidades que más de 44 mil miembros pagamos a la oficina nacional (19%); y la venta de artículos y uniformes para la membrecía (12%).

Ahora bien, ¿120 millones de pesos al año es mucho o poco dinero? Para dar respuesta me di a la tarea de realizar algunas comparaciones y encontré que los ingresos que registró la ASMAC durante 2015 equivalen al salario mínimo anual de 4,762 trabajadores; al costo total de renovar el equipo del heroico cuerpo de bomberos de la capital del país [1]; o al dinero invertido en el Estado de México para la conservación de sus bosques [2].

Sin embargo, aunque útiles, esas comparaciones no son del todo adecuadas, por lo que también revisé la sección de transparencia  de otras asociaciones no gubernamentales (¿han notado que no existe esa sección en la página de la ASMAC?) que cuentan con altísimo prestigio internacional y que, efectivamente, sí contribuyen con sus acciones diarias a la mejora del mundo:

Cómo se puede observar, con menos de la tercera parte de lo que cuesta la ASMAC, Amnistía Internacional y OXFAM transformaron positivamente la vida de miles de personas e influyeron en la construcción de un mundo más justo. Todo ello, pagando los honorarios de decenas de especialistas y los gastos que realizan cientos de voluntarios (que únicamente donan energía y tiempo) durante sus actividades.

Vale mucho la pena revisar críticamente si la Asociación de Scouts de México, a pesar de tener tanto dinero, puede presumir resultados similares.

 

Los misteriosos “costos de operación”.

Antes de proseguir, es necesario hacer una distinción: no es lo mismo el movimiento Scout, que la Asociación de Scouts de México. A diferencia de la estructura formal (la ASMAC), las y los muchachos y adultos Scouts de este país sí realizamos cambios positivos en la sociedad ya que contribuimos a la formación de liderazgos basados en valores (una retórica que nos encanta contar) y también instrumentamos cotidianamente proyectos de desarrollo comunitario, asistencia social y protección al medio ambiente. Pero, insisto, dadas las condiciones en que realizamos nuestras acciones, éstas no dependen ni se benefician de la Oficina Nacional.

Recordemos que, a grandes rasgos, la ASMAC se organiza en tres niveles jerárquicos: Grupos; Provincias y la Oficina Nacional.

  1. En los Grupos nos localizamos el 97.8% de la membrecía. Este nivel es la cara visible del movimiento y, en realidad, su razón de existencia porque aquí es donde las y los jóvenes reciben instrucción, se divierten y realizan los proyectos de servicio a la comunidad. Es importante subrayar que en este punto de la estructura todas y todos somos simultáneamente voluntarios y donantes (no sólo pagamos la anualidad, además cubrimos los gastos asociados a nuestro voluntariado: uniformes, capacitación, manuales, parches, eventos… pagamos por absolutamente todo).
  2. Las Provincias representan a los Grupos que comparten una localidad geográfica. En cada una de ellas hay un equipo de voluntarios (que reciben un apoyo económico mínimo para subsidiar los gastos de sus responsabilidades) tratan de coordinar los programas, vigilar el cumplimiento de los ordenamientos y proveer de capacitación y facilidades a su membrecía.
  3. Finalmente, en la cúspide de la pirámide se encuentra la Oficina Nacional. Una estructura en la que la mayoría del personal es remunerado y beneficiario de viáticos y apoyos diversos para el cumplimiento de sus funciones. Dentro de la Oficina existe la Dirección Ejecutiva Nacional que, para fines prácticos del día a día, es la máxima autoridad de la Asociación. La DEN establece el programa anual, despide y contrata a voluntad al personal de la Oficina, dicta políticas de cumplimiento obligatorio para todos los grupos y, por supuesto, controla y ejerce con absoluta libertad el presupuesto de la Asociación, sin rendir cuentas al respecto.

Si el dinero no se usa para mejorar la experiencia de las y los miembros (que pagamos por absolutamente todo). Si tampoco se ejerce en programas de impacto a la sociedad o para subsidiar el precio de las costosas actividades nacionales (como el EEAS) y ni siquiera sirve para pagar la capacitación, o tan siquiera los textos y manuales de instrucción que necesitan los miles de voluntarios adultos que generosamente donan su tiempo y esfuerzo, y a los cuales la DEN cada vez les exige aprender y desarrollar más y más “competencias y habilidades.” ¿En qué se va el presupuesto?

Advierto de que no se trata de buscar una gratificación económica para Scouters y Dirigentes, sino del establecimiento de una relación fraterna en la que se reconozca una realidad innegable: el trabajo voluntario en Grupos y Provincias es lo que permite que la Oficina Nacional tenga flujos millonarios. Lo mínimo que se debe esperar de ella es absoluta transparencia y un ejercicio de gasto responsable, ahorrativo y con impacto en la mejora del país.

Vale la pena preguntarnos: ¿Cómo le hace la Dirección Ejecutiva Nacional para gastar 120 millones de pesos en un año y no entregar resultados medianamente trascendentes?

“Las leyes de los antiguos caballeros les ordenaban que fueran económicos, es decir, que tratasen de ahorrar lo más posible, para así poder contar, si fuera posible, con algo de dinero con el cual poder ejercitar la caridad.”
Baden-Powell

Informe presentado públicamente a la ANA y disponible para su consulta a toda la membrecía.

GSAT o la ASMAC contra el mundo.

Como integrante de la Organización Mundial Scout, la Asociación de Scouts de México tiene la obligación de cumplir con las políticas y programas internacionales, entre los que se incluye la “Herramienta de Evaluación de Apoyo Global hacia un Movimiento Scout de Calidad” (GSAT, por sus siglas en inglés).

La GSAT es un estándar que tiene el objetivo de: “servir como referencia de buenas prácticas para las Organizaciones Scouts Nacionales (OSN).” La aplicación de esta norma obligatoria permite a las OSN evaluar sus fortalezas y, textualmente: “mejorar su rendición de cuentas a las partes interesadas.”

GSAT es un documento muy interesante, tanto por su contenido, como por el hecho de que en México casi no se habla de él. Paradójicamente, en la Cumbre Scout y otros eventos nacionales, la Dirección Ejecutiva y el Consejo Nacional gastan infinidad de saliva y de horas en explicar sus múltiples e “innovadores” proyectos de “mejora y renovación del programa educativo”, pero se cuidan muy bien de casi no hablar de la GSAT. Ni siquiera en la Asamblea Nacional de Asociados se menciona palabra alguna sobre el estado de  (in)cumplimiento del estándar ¿por qué será?

A tal propósito, comentaré algunos de los rubros establecidos por la Organización Mundial:

El GSAT dice: “La Organización Scout Nacional ha implementado un mecanismo documentado de rendición de cuentas financieras (completa divulgación), lo que le permite realizar un seguimiento de los fondos, (asignados o no) su uso en programas / proyectos (total, costo de la recaudación de fondos, fuentes de los fondos).”

En la ASMAC la difusión de los informes financieros es restringida y parcial. Tan mínima es la información presentada ante la Asamblea, que garantizo que ningún lector puede decirme cuánto se gastó en las erróneas impresiones que la DEN repartió durante la Cumbre de este año, o cuánto cuesta la producción de contenidos para las redes sociales y el sitio web de la Asociación. Una verdadera rendición de cuentas permitiría realizar sugerencias destinadas a un mejor ejercicio del gasto.

“La Organización tiene un sistema de control establecido para prevenir cualquier uso financiero indebido de los fondos.”

Aunque formalmente existe una Comisión de Vigilancia, la lectura de sus escuetos y casi inexistentes informes del último lustro, dan cuenta del papel meramente simbólico de su actuación. De hecho, tan inútiles son los procedimientos internos para denunciar y sancionar irregularidades que, en 2011, las compras personales que realizó Omar Lugo, entonces Presidente Scout, con la tarjeta corporativa de la Asociación, sólo significaron un escándalo de dos horas en la Asamblea Nacional sin llegar a constituir ninguna consecuencia.

“La Organización tiene un procedimiento implementado y documentado para realizar adquisiciones, el cual explícitamente establece que por encima de un cierto límite, el sistema de licitación competitiva es el modo preferido de realizar adquisiciones.”

En la Asociación de Scouts de México A.C. la asignación de contratos a proveedores, algunos por varios millones de pesos, se realiza en absoluta opacidad. Nadie sabe cómo se elige a un contratista: si se hace por su alta calidad o por su cercanía con los consejeros. Las contrataciones son un asunto secreto, pues en la Oficina Nacional se evade cualquier pregunta al respecto.

“La OSN tiene un sistema que asegura la participación de los jóvenes en todos los niveles de decisión”.

En la organización juvenil más grande del país (la ASMAC) no sólo existen límites prácticos a la participación de los jóvenes en sus liderazgos. Todavía peor, aún persisten limitaciones reglamentarias que mantienen el control del movimiento nacional en las manos de un mismo grupo generacional (que expondré próximamente en otro artículo), estableciendo edades mínimas para acceder a determinados cargos.

 

¡Es urgente aplicar la GSAT!

Ejercitar la efectiva rendición de cuentas no es sólo un asunto ético, sino también práctico. La vigilancia y acompañamiento de la membrecía respecto al uso del presupuesto permitiría reconocer los gastos superfluos o mal planteados, así como desarrollar mejores prácticas y lograr que la estructura del movimiento cumpla efectivamente con la misión de “Construir un mundo mejor”.

Sirvan estas palabras para invitar a las y a los Asociados a exigir a la DEN y al Consejo Nacional un informe detallado sobre el cumplimiento de la GSAT. ¡Aún están a tiempo de solicitar su inclusión en el orden del día de la próxima Asamblea de abril!


Lo aquí escrito se hace a título individual, en ejercicio de la libertad de opinión y expresión reconocida a nivel constitucional y en diversos ordenamientos internacionales. Las ideas manifestadas no reflejan o coinciden necesariamente con la opinión de la Asociación de Scouts de México A.C. sus provincias, grupos o secciones.

Referencias:
[1] Domínguez, P. (2015) “Bomberos del DF tendrán nuevo equipo” en Milenio Diario Milenio. México.  Junio 25.
[2] Guerra, D. (2015) “Entrega Edomex 115 millones de pesos para el medio ambiente” en Milenio Diario, México. Marzo 30.

 

Una respuesta a “Scouts: entre la insuficiencia y la opacidad”

  1. […] del mismo, pero también es verdad que, al menos en el país, es un negocio que factura entre 45 y 90 millones de pesos anuales. Dinero que lamentablemente se ejerce desde la Oficina Nacional de la Asociación de Scouts […]