Hong Kong: Detened a la muerte

¿Por qué sonrío frente al periódico cada mañana? Es por Hong Kong. Frente al reporte diario de la inhumana violencia que azota a mi patria, y ante el ascenso de demagogos y tiranos en distintas latitudes del planeta, encuentro en la valentía de Hong Kong inspiración para afrontar el día a día con esperanza.

Las imágenes de las protestas democráticas que desde hace ya varias semanas entintan los tabloides, me hacen recordar a la “niña sin miedo” que en marzo de 2017 sorprendió a Nueva York al enfrentarse al simbólico toro que domina Bowling Green en Wall Street. Desde luego, aquellas esculturas se refieren a otros temas pero es inevitable no pensar en ellas al ver la valiente fragilidad de miles de estudiantes, algunos increíblemente jóvenes tomando la vanguardia en la resistencia frente a la poderosa maquinaria de represión China.

 

Fuente: Lam Yik Fei,The New York Times

 

Si bien las noticias nos revelan una realidad preocupante, también nos otorgan inspiración. Para entender la trascendencia global de este movimiento basta ver la propaganda de los liderazgos chinos, quienes paradójicamente utilizan los mismos argumentos que se usan en nuestras naciones occidentales (¿acaso democráticas?) para menoscabar las libertades ciudadanas.

Hace unos meses, el tiránico gobierno de Xi Jinping se excusó en la necesidad de extraditar a un presunto asesino para juzgarlo por un crimen supuestamente cometido fuera de Hong Kong. Sin embargo, en un país donde se considera delito hacer memes del presidente, es imposible no ver que tras la reforma había intenciones políticas; especialmente porque hace quince años el partido comunista mantiene un constante asedio a las libertades de asociación, expresión y prensa que aún conservan las y los hongkoneses gracias al principio de “un país, dos sistemas” de 1984.

Al inicio de las manifestaciones, la civilidad de la población fue ejemplar: marchaban pacíficamente en filas ordenadas que respetaban perfectamente la limpieza e integridad de la vía pública ¡al punto de pegar sus consignas con notitas adhesivas! ¡Notas adhesivas! No obstante, a finales de abril la impopular Carrie Lam, jefa de gobierno de la ciudad,  les hizo reprimir con excesiva fuerza provocando gran indignación e iniciando una cadena de acontecimientos que cada día se tornan más violentos.

La violencia de los cuerpos antidisturbios es cada día mayor; llegando a utilizar civiles” que agreden con tubos y palos sin mediar identificación ni protocolos de actuación ni respeto a la legalidad. Además, también se recurre a la vigilancia electrónica (cámaras y seguimiento de celulares) para identificar a las personas asistentes a las concentraciones con el objetivo de detenerlas posteriormente en sus casas o centros de trabajo. Todo lo cual ocurre bajo una intensa propaganda plagada de amenazas explícitas por parte del gobierno en Pekín que advierte de un eventual uso del ejército.

Ante la exagerada respuesta gubernamental, al movimiento juvenil se han sumado cientos de miles de habitantes de todas las edades, el gremio de abogados, múltiples medios de comunicación, sindicatos y, para sorpresa de todos, incluso muchos de los funcionarios públicos al servicio de Lam. Gracias a ello el movimiento logró realizar la primera huelga general en el último medio siglo y han tomado pacíficamente el aeropuerto internacional, obligando la cancelación de todos los vuelos.

No puedo menos que sentir admiración por el pueblo hongkonés pues recuerdo el largo compendio de batallas que el pueblo mexicano hemos tenido que librar contra la impunidad autoritaria de nuestros gobernantes y apenas puedo pensar en un único funcionario público que protestó activamente por los abusos del gobierno en de los últimos cien años de historia: Octavio Paz, ganador del premio Nobel renunció al servicio exterior después de que el asesino y entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz aplastó a tiro de fusil la lucha democrática de 1968.

Por eso creo que Hong Kong es una lección para el occidente “libre” y especialmente para México, porque mientras que aquí hizo falta la sensibilidad humana de un poeta laureado para que hubiese algo de autocrítica en las filas del Estado, en la ciudad del “puerto fragante” han formado una ciudadanía tan decididamente comprometida con sus libertades que no es uno, sino cientos los burócratas que renuncian a sus cómodos privilegios para sumarse a la justicia.

Ahora mismo, en diversos países occidentales se despliegan instituciones e infraestructuras destinadas a menoscabar las libertades individuales con la misma excusa que Pekín: “dar seguridad y garantizar la paz”. Bajo esa bandera se endurecen las leyes, se instalan sofisticados sistemas de vigilancia electrónica y se fortalecen cuerpos represivos.

Por ejemplo: Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda mantienen el programa de espionaje masivo “cinco ojos” mediante el cual monitorean comunicaciones informáticas sin orden judicial ni necesidad de justificación en la sospecha de terrorismo o delincuencia.

Por nuestra cuenta, en México se ha optado por acrecentar la peligrosa militarización de la vida pública, y se ha legislado una polémica ley de “extinción de dominio que desconoce el principio de inocencia y atenta contra el derecho humano a la propiedad privada.

Ante un escenario global tan plagado de Trumps y Bolsonaros, es fundamental recordar la explicación que Octavio Paz dio a su amigo Pere Gimferrer respecto a su decisión. Octavio escribió: “Mi renuncia no es tanto un gesto político como una reacción moral.”

La batalla de Hong Kong es de interés universal. No sólo por ser el primer freno que encuentra la ambición planetaria de la élite china, sino también porque más allá de las diferencias culturales y de las distancias geográficas, las protestas hablan un idioma común a toda la humanidad: el lenguaje de la distinción del bien y del mal.

Frente a cualquier poder que pretenda restringir el derecho natural a la libertad sólo hay una respuesta moralmente aceptable: la de la dignidad humana.  Ante las ambiciones dictatoriales de políticos o líderes sociales, sólo cabe resistir. Resistir para proteger el presente, pero también para salvaguardar el futuro.

Toda acción ciudadana también es pedagogía política. En el futuro, las siguientes generaciones de gobernantes y de ciudadanos chinos mirarán al pasado y cada uno entenderá, respectivamente, que actuar por sobre la dignidad humana conlleva un elevado costo, y que la historia nos muestra el camino a seguir frente a las voluntades autoritarias.

En 1989 el gobierno chino masacró a miles de sus ciudadanos en la plaza de Tiananmen con el objetivo de erradicar la autodeterminación de su pueblo. Treinta años después, Hong Kong demuestra que pese a la diligente censura y la brutal persecución política, aún está vivo el recuerdo de esa tragedia y todavía perdura la sed de libertad.

Aunque aún falta ver el desenlace de este conflicto (y esperando que éste sea favorable), para mí  es claro que el valiente pueblo de Hong Kong ya ha ganado la batalla más importante: la batalla de las ideas. Y su victoria traspasa sus fronteras porque su pedagogía es de aplicación universal.

Va siendo momento de revalorizar las libertades que aún gozamos en occidente para defenderlas de las nuevas intentonas golpistas procedentes tanto de la derecha como de la izquierda.

Finalmente, si a ti también te indigna el curso que están tomando los hechos, te invito a escribir al embajador Chino en México, Zhu Qingqiao, para expresar respetuosamente tu preocupación y solicitarle que se garantice la vida e integridad de las personas manifestantes.

Puedes enviar un correo electrónico o una carta física a la embajada China en México:

Email: chinaemb_mx@mfa.gov.cn
Dirección: Av. San Jerónimo 217b, La Otra Banda, Loreto y Campamento, 01090 Ciudad de México, CDMX.

También puedes solicitar a nuestro Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, que México tome una postura firme ante la violencia ejercida sobre manifestantes pacíficos:

Email: canciller@sre.gob.mx
Dirección: Plaza Juárez No. 20, Piso 22, Col. Centro , Cuauhtémoc, C.P. 06010. Ciudad de México.

La solidaridad internacional puede hacer la diferencia para cientos de hongkoneses que sólo quieren disfrutar de libertades mínimas como el derecho a la libertad de expresión y a elegir a sus gobernantes.

¡Súmate!