Existe un escenario en el que Morena compartirá recuadro con el PRI en las boletas de la elección presidencial del próximo año. Quizá a más de uno le suene absurdo, pero hablando en frío es factible una amplia y muy pragmática coalición entre Morena, PT, PVEM y el Revolucionario Institucional. Todo dependerá de los resultados electorales que obtenga la oposición el próximo domingo en el Estado de México, pues ahí se demostrará el efectivo peso electoral que aún conserva el partido fundado por Elías Calles.
Antes de seguir es oportuno recordar la disyuntiva que enfrentaron los ingenieros de Space X al momento de diseñar el cohete “Starship”, pues ésta se parece a la que ahora enfrenta el PAN y Morena respecto a la consolidación de alianzas rumbo al 2024: Esencialmente es un asunto de eficiencia y enfoque en resultados.
Permíteme explicar: dado que el objetivo de la “Starship” requiere que la nave realice maniobras complejas en el aire, se necesita que tenga dos pares de alas a los costados. Sin embargo, entre otros problemas, estas alas generan mucha fricción durante el despegue, lo que aumenta considerablemente el consumo de combustible. La solución tradicional solía ser añadir un sistema hidráulico que plegara o desplegara las alas según fuera conveniente. Sin embargo, aunque esta solución parece la más obvia, no es la mejor. Elon Musk, fiel a su dicho de que “el mejor componente es aquel que no existe”, puso a prueba las dos posibilidades: alas fijas o alas plegables, y determinó que era mejor gastar en combustible que asumir el riesgo de agregar más piezas móviles, que son propensas a fallar.
La deuda histórica del PRI con México es tan profunda que resulta imposible apelar al voto a favor del partido. La marca tricolor está asociada con tal corrupción y podredumbre que, por ejemplo, en el Estado de México, una candidata solvente como Alejandra del Moral tuvo grandes dificultades para enfrentarse a la limitada e incluso penosa Delfina Gómez. En ese sentido, la noche del domingo sabremos qué pesa más en el PRI: su pestilencia o su capacidad de movilización territorial.
No estoy hablando de si el PRI repetirá o no en la Casa Estado de México, ello no interesa tanto porque la verdadera prueba de fuego será el número de diputados y presidentes municipales que conserven en una demarcación que ha gobernado durante casi un siglo. Será esa capacidad de operación en territorio, la que marque el tono de otros dirigentes hacia Alito Moreno de cara a la elección presidencial.
Por un lado, Marko Cortés deberá evaluar si vale la pena asumir el costo de seguir asociándose con un símbolo de todo lo que está mal en el país a cambio de ganar unos puntos porcentuales de maniobra en las urnas. Por otra parte, Mario Delgado deberá considerar si el PRI es un componente necesario para lograr el exigente “plan C” ordenado por López Obrador. Todo dependerá de cuántos votos efectivos para el tricolor obtenga del Moral y sus otros candidatos locales.
Si acaso el PRI logra conservar la mayoría de los cargos que se votan o si mantiene el control en cinco municipios clave como: Toluca, Naucalpan, Tlalnepantla, Cuautitlán y Atizapán, podrá utilizar esos recursos (48% del PIB estatal y 2.6 millones de electores) como un aliciente para la alianza opositora, y la tendencia observada hasta ahora continuaría sin mayores cambios. Sin embargo, si el PRI pierde en estos enclaves, el peso histórico del partido debería bastar para que Cortés se aleje rápidamente de la hediondez del tricolor. Al menos así sería bajo la lógica de reconocer que los triunfos del oficialismo se deben en gran medida a los malos resultados de administraciones pasadas y suponiendo que el dirigente blanquiazul reconoce que la de 2024 puede ser la última elección libre en mucho tiempo, así que representa una oportunidad única.
En este escenario: el de un PRI agónico, es muy probable que Delgado ofrezca un salvavidas a Alito, convirtiendo al tricolor en un satélite de Morena, lo que reduciría márgenes a la oposición y le acercaría al anhelado plan C de controlar 334 curules en la Cámara de diputados y 85 en el Senado. Cifras tan ambiciosas que ni siquiera las alcanzaron con los históricos 30 millones de votos de Obrador de 2018. Además, está la prohibición Constitucional de que una sola fuerza controle por sí misma más de 300 escaños en la cámara baja. De tal suerte que, inevitablemente, Morena deberá contar con la complicidad de otros partidos para lograr legislar sin necesidad de negociar con la oposición.
Ante la adversidad, el pragmatismo de Mario Delgado se asemeja al de Musk, tal y como lo confirma el hecho de que Manuel Velasco del PVEM, quien aún siendo un superviviente impopular y muy polémico del “viejo régimen”, ahora figura como “corcholata” oficial en la larga carrera presidencial del oficialismo.
Actualización (05/jun/23): Como era previsible, pero no por ello menos importante, el PRI cederá un gobierno de 94 años en una derrota aplastante. Alejandra Del Moral fue una candidata solvente, pero su batalla no fue contra Morena sino contra su propio legado partidista. Aún así, sorprendentemente Marko Cortés ha celebrado por lo alto los “resultados” y ratificado su alianza con el tricolor. Parece que el líder blanquiazul olvidó que a penas en septiembre pasado declaró: “La confianza se rompió, se deshonró la palabra y ya no hay relación con Alejandro Moreno“. Sólo el tiempo dirá si, sorpresivamente, esta decisión aparentemente equívoca termina favoreciendo a la oposición.