En el libro “Permiso para Matar”, París Martínez, Daniel Moreno y Jacobo Dayán, abordan una de las problemáticas más complejas y dolorosas de México: la impunidad del ejercicio arbitrario del poder militar. A través de una exhaustiva investigación periodística, los autores construyen un relato que revela el papel del Estado en la perpetuación de crímenes atroces y muestran cómo la omisión, cuando no la acción directa, de las instituciones mexicanas ha permitido la continua violación de derechos humanos por parte de las fuerzas armadas.
A diferencia de otras obras sobre el tema, en Permiso para Matar se recurre a la narración directa de casos y testimonios con un nivel de detalle que resulta desgarrador y obliga al lector a empatizar con las víctimas. Durante la investigación estudiaron 1,824 crímenes de Estado y rescataron los más ejemplares en el texto. El argumento del libro se apuntala mediante ejemplos específicos de masacres, desapariciones forzadas y otros crímenes cometidos en un contexto de colusión o permisividad por parte de las autoridades. No obstante, el cuidado puesto en su abordaje evita el morbo. La narrativa, en su crudeza, logra hacer que puedan verse estos casos como síntomas de un problema mucho más amplio y profundo, que atraviesa todo el entramado institucional en México: En el mejor de los casos, el Estado falla en su misión fundamental de proteger a sus ciudadanos. En el peor, es facilitador y promotor de esa violencia criminal.
A lo largo de las páginas, los autores desmantelan el argumento oficial, tan socorrido en cada escándalo mediático sobre su actuación, según el cual las ejecuciones arbitrarias, la tortura o la desaparición forzada cometidas por las fuerzas públicas son un fenómeno azaroso y aislado, quizá producto de elementos “corruptos”. En cambio, los autores sostienen que toda esta violencia es una consecuencia directa de decisiones políticas y de una estructura de poder que ha priorizado el control sobre la población y la protección de intereses particulares, incluso a costa de la vida de los ciudadanos (Martínez et al., 2024). Afirmación que hace eco de otros casos ejemplares como el de la desaparición forzada de los 43 estudiantes de Ayotzinapa (CNDH, 2022) y de múltiples informes que dan cuenta de la continua impunidad en la que se desenvuelven las fuerzas armadas (Amnistía Internacional, 2020, 2024).
Al finalizar la lectura, el libro deja una profunda sensación de desconfianza hacia el Estado mexicano. En su contenido no sólo habitan las historias de las víctimas civiles sino también de los victimarios, muchos de los cuales comparten la doble naturaleza de ser víctima y perpetrador. Sucede que el patrón de violencia que demuestran los autores es, casi siempre, cometido por la tropa llana. Hombres y mujeres, normalmente atravesados por múltiples interseccionalidades, que no reciben ni el entrenamiento ni el armamento adecuado para realizar labores policiales. Personas a quienes se les adoctrina en un ejercicio letal de la fuerza y en una obediencia ciega para obligarles a convivir entre civiles mientras que cargan armas de alto calibre. Luego, cuando ocurre la predecible tragedia, son los soldados de rango inferior quienes enfrentan las consecuencias (emocionales, físicas y, en ocasiones, penales), mientras que los altos mandos no rinden cuentas de sus decisiones y, ciertamente, tampoco muestran aprendizaje de sus errores.
No obstante, a pesar de la contundencia de su análisis, el libro es criticable en dos ausencias: primero, omite profundizar sobre el papel que el ejército mexicano desempeña en la gobernabilidad del territorio y, segundo, ofrece escasas sugerencias de solución. La y los autores hacen un diagnóstico exhaustivo y extraordinario de los problemas, pero por momentos dan a entender que éstos iniciaron en el sexenio de Felipe Calderón. Si bien, es cierto que durante su gestión se alcanzaron circunstancias extremas, la realidad es que las fuerzas armadas llevan décadas cometiendo crímenes en contra de la población civil, bajo el cobijo de distintos gobernantes que encuentran en ellas una herramienta de control político y gobernabilidad territorial. Reconocer esta complejidad sistémica e histórica ayudaría a elevar el debate público.
El texto también podría haberse enriquecido con una mayor discusión sobre posibles soluciones. Esta ausencia de propuestas puede dejar al lector con una sensación de desesperanza frente a la magnitud del problema, lo que, aunque refleja la realidad en muchos casos, limita el impacto transformador del texto en términos de generar debates sobre la implementación de reformas. Sin embargo, estas críticas no restan mérito a la obra en su conjunto. Al contrario, Permiso para Matar es una aportación invaluable para el entendimiento de la crisis que sobrevivimos en el país.
Fuentes:
Amnistía Internacional. (2020). Sobrevivir a la Muerte: Tortura de Mujeres por Policías y Fuerzas Armadas en México. Disponible en: https://amnistia.org.mx/contenido/index.php/mexico-falsas-sospechas-detenciones-arbitrarias-por-la-policia-en-mexico/
Amnistía Internacional. (2024). México: Guardia Nacional. Análisis sobre la iniciativa de reforma en materia de Guardia Nacional. Disponible en: https://amnistia.org.mx/contenido/index.php/mexico-reforma-guardia-nacional/
Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH). (2022). Informe de la Recomendación 15VG/2018 sobre el Caso Iguala. Disponible en: https://www.cndh.org.mx/documento/cndh-presenta-informe-de-la-recomendacion-15vg2018-sobre-el-caso-iguala
Martínez, P., Moreno, D., & Dayán, J. (2024). Permiso para Matar. Una investigación sobre los crímenes cometidos por las fuerzas de seguridad del Estado. Ciudad de México: Editorial Ariel.